Negó su mirada al fuego,
Derramando una melaza negra a modo de riego,
La dirigieron entonces miradas atentas y frías,
Y su pálida hermana
También la observaba al inicio de su mañana,
Que era el preludio de su día.
En estas se encontró el viajero perdido
Bailarín de la vida, sin sentido
Del ritmo,
Contracorrienteador del destino
Y jugador de la última carta.
Tras llegar hasta donde esta definición abarca
Abarcaremos los sucesos que este cuento alcanza.
Despertose el aventurero
En esta negrura de mal agüero,
Encontrose desaparecida toda luz, y sus miembros inmóviles como sujetos por cuero.
‘Nada nuevo, nada nuevo’
Para sí pensó.
‘Cuando quiera vuelo.’
‘Cuando lo desee me despegaré del suelo.’
Proclamó.
Un nudo de desesperación
Había nacido en su estómago y su corazón,
Intentaba ignorarlo
Como si el no hacerle caso fuera a borrarlo,
Intentó arrancarlo
Mediante auto convicciones
De argumentos pobres:
Cuando quisiera se levantaría,
¿Entonces por qué no lo hacía?
‘No lo he intentado.’ Se decía.
Pero había algo dentro de él que lo sabía,
Una voz a la que acallar intentaba
Bajo la no actuación y la ignorancia que era lo que lo apresaba.
¿O no era ese el caso?
En ese momento se percató de algo
¿Cuánto llevaba así?
No recordaba lo anteriormente pasado,
‘Quizás así nací.’
No, lograba recordar antiguos y lejanos días
En los que actuaba, se movía.
¿Qué ocurría?
¿Quién lo apresaba?
Lo aterró la idea de que alguien lo hubiese atado,
Lo cierto es que no recordaba cómo allí había llegado,
¿Qué pasaba?
Que él recordara nadie le odiaba,
Nadie podría haberle hecho esto
‘Tonterías.’ Pensó.
‘No he puesto interés, ni lo he intentado, solo es eso.’
Se quedó a gusto, tranquilo.
Era una noche de verano, fresca, pero no hacía frío,
Cerró los ojos y se dejó acariciar por la brisa
La suavidad de seda se adaptaba a su rostro de forma precisa,
Pero de repente se percató de algo
Su corazón dio un salto
Propio de cuando
Echas en falta alguna cosa,
Abrió los ojos y con vista borrosa
Intentó mirar alrededor,
Nada, todo negro
No alcanzaba a ver ni su propio cuerpo,
Todo era como antes pero algo le extrañaba
Ese temor y esa duda lo acechaban,
Tras pensar un buen rato se percató,
Fue de esas verdades que te golpean como un bofetón;
No había estrellas,
Por no haber no había ni cielo en el que estuvieran ellas,
Solo oscuridad.
Esto le asustó
Pero no pudo centrarse en ello
Porque escuchó
Algo detrás, algo en movimiento,
Algo se acercaba,
Desesperado trató de girar el cuello
De moverse, pero sus ataduras no le dejaban,
Lo oía, con más fuerza cada vez,
Más cerca…
Más cerca…
Se apoderó de él el pánico y el estrés,
En el momento álgido
De máxima cercanía
Cesó el sonido,
Se quedó inmóvil, más quieto de lo que había estado en su vida,
Escuchó;
Contuvo el aliento,
Podía oír hasta el crujido de cada articulación y cada latido de su corazón,
Ya no había viento,
Escuchaba hasta el chirrido del roce de sus huesos,
Levantó la cabeza del suelo
Forzando su cuello
Que sonó como miles de palos quebrados,
Como los cascos de una carrera de caballos,
Era un silencio absoluto
No vio nada en derredor suyo,
Solo oscuridad,
Se mantuvo así un tiempo
En absoluta inmovilidad
Y fue entonces cuando volvió el viento,
O eso creyó al principio
Pero era caliente y húmedo,
Y entonces le sobrevino
Un escalofrío que recorrió su columna en un momento,
Era como un aliento,
Se debatió furioso contra sus ataduras
Luchó con todas las fuerzas que le dio el pánico
Dio su último hálito
Y fue inútil se mantuvieron tan rígidas y duras
Como al inicio,
Agotado solo oía su agitada respiración
Por lo demás, silencio,
Su desesperación
Y su pánico seguían intactos,
Pero el agotamiento le impedía cualquier acto.
Se dio cuenta de que caían lágrimas por sus mejillas
Y que le ardían los tobillos y las muñecas,
El esfuerzo había sido tan terrible que le dejó la boca seca
Y los labios quebrados que solo se refrescaban por las pequeñas lagrimillas
Que a ellos llegaban,
Solo deseaba
Como nunca antes deseó nada
Una luz, una estrella,
Y entonces sus ojos todo pupila negra
Sufrieron y quedó su vista deslumbrada,
Habían aparecido estrellas como por arte de magia
Como si el mundo a sus deseos obedecido había,
Deseo entonces que lloviera
Y cayeron unas frescas gotas como si rocío fueran.
Había mucha luz o eso le parecía
Lo cierto es que era una noche bastante oscura,
Y esa agua, nunca había probado una tan pura,
Observó el paraje que lo rodeaba dándose cuenta de que era una zona bastante vacía
Se encontraba en una tierra oscura y sin cuidar,
Parecía un lodazal
Sus ataduras se hundían en el barro de una forma imposible;
Le animó tener un cuerpo visible,
Y entonces exigió a ese mundo que le mostrara su captor
Y lo vio
Y le aterró
Era una figura inhumana ¿o quizás no?
Estaba en el límite de su corta visión,
Era un ser antropomorfo inmóvil de brazos y dedos larguísimos en tensión,
Nuestro aventurero se echó a temblar en una mezcla de furia y miedo
Le gritó que se acercara
Que lo liberara
Y se enfrentaran en igualdad de condiciones luego,
El ser muy despacio
Paso a paso
Se acercó,
Su forma cambió
No era un monstruo, era humano
Un hombre encapuchado
Que le tendía una mano.
‘Sabes que estoy atado.’
‘¿Te burlas de mí bastardo?’
El misterioso individuo sin rostro no se movió.
‘¡¿Quién eres?!’ Gritó.
‘Desátame.’ Dijo debatiéndose.
La imperturbabilidad del encapuchado lo enfureció,
Deseó matarlo y se imaginó a sí mismo con placer estrangulándole
Con grandes gritos y con gran furia luchó,
Y terminó rompiendo las cuerdas
Abalanzándose contra el hombre de desconocida identidad,
Lo tiró al suelo y lo golpeó sin parar, sin piedad,
Como un perro rabioso, con sus puños y con una piedra
Y entre salpicones de sangre y lodo
Se halló a sí mismo sobre un cadáver,
Había acabado todo.
Trató de levantarse
Y fue entonces cuando sus tobillos quemados
Hablaron
Y cayó de inmediato
Al lado del hombre al que había matado,
Decidió ver quien se ocultaba tras esa capucha,
Se la quitó,
Invadiéndole un olor a muerte y metal mientras lo observaba con atención
Pues creía que lo conocía a pesar de las deformaciones ocasionadas por la lucha,
Asqueado se dio cuenta de que lo había visto antes, estaba claro
Pero esperó extrañado,
Se recostó contra el árbol junto al que habían acabado,
A su espera fue haciéndose de día
Quizás porque sus deseos inconscientes lo exigían
Y con el incremento de luz
Lo vio.
‘Eres tú’
‘Eres…’ murmuró
‘Eres yo’
Y llegó el despertar
Y pudo entender todo lo demás.
Un elefante es brillante
Una helado de visible
En la ventana que suelta
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