HARPÓCRATES: El silencio sagrado.

HARPÓCRATES: El silencio sagrado.

HARPÓCRATES: El silencio sagrado.

Ilustración artística aleatoria

HARPÓCRATES
El silencio sagrado.

Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez

Introducción:
El silencio es un fenómeno extenso, multidimensional y complejo, en la historia de la evolución humana. Está implicado desde la religión hasta en las ciencias y las artes, como en la educación y la política, el ejercicio del poder y la literatura, la lingüística y la filosofía, entre otras más y no menos importantes.

Objetivo:
La intención general de esta exposición es mostrar el aspecto del silencio en sus concepciones sagradas-filosóficas, en particular, en su personificación divina en la figura del Dios Harpócrates, señalando algunas de sus características estéticas e históricas individuales.

Consideraciones preliminares:
Desde el punto de vista histórico, ya desde el año 3100 a.C., Egipto era un reino gobernado por Menes, y abarcaba el Alto Egipto y el Bajo Egipto, relacionado con esto, y como símbolo de la unidad de ambas regiones, los faraones ceñían una doble corona. Ramsés II, es tal vez el más famoso de ellos, de la XIX dinastía; a su vez, las dinastías gobernaron alrededor de 1400 años, siendo la última una dinastía persa, la XXXI , que cayó bajo Alejandro Magno en el 332 a.C. Las pirámides son el rasgo más conocido de antiguo Egipto, Imhotep es el primer arquitecto mencionado por la historia, y construyó la más antigua para el rey Zoser, de la III dinastía, es la pirámide escalonada de Saqqara, las enormes pirámides de Giza, fueron de la IV dinastía, las dos mayores construidas hacia el 2500 a.C., son las de Keops y Kefrén. Por otra parte, la religión tenía un papel esencial en la Civilización Egipcia. Tuvieron una gran cantidad de divinidades, unas presidían los nacimientos y las muertes, la justicia, la salud, y regulaban todos los aspectos de la vida, la cosecha, el lenguaje, los fenómenos climáticos, agricultura, vida y bienestar familiar. Tenemos como ejemplo, el mito en que el buen dios Osiris fue asesinado y despedazado por su hermano gemelo Seth. Isis, esposa de Osiris, recompuso su cuerpo y lo resucitó. Isis, Osiris y Horus (con cabeza de halcón), hijo de ambos, forman una trinidad suprema en el panteón egipcio, aunque hubo muchas otras trinidades en diversos lugares. Su divinidades auxiliares eran Anubis dios de los muertos (juez del alma humana con cabeza de chacal), pesaba el corazón de los difuntos en una balanza y en uno de sus platillos estaba una pluma, símbolo de la verdad, los injustos perecían devorados por monstruos y los justos se hacían merecedores a la entrada en una vida futura. Otros muchos tuvieron como : Hator diosa del cielo, Toth mensajero de los dioses, escriba, con cabeza de Ibis, Ptah dios de Menfis, Sobek dios de los cocodrilos, Nepthys diosa protectora. Por otra parte, es una feliz casualidad que Egipto antiguo nos haya proporcionado, además de innumerables monumentos grabados con frecuencia en su totalidad, muchos documentos literarios que se conservaron gracias a la sequedad del clima, como papiros, pergaminos y tabletas de madera. Por ejemplo, aún se pueden leer los Textos de las Pirámides, el Libro de las Puertas, el Libro de lo que hay en el más allá, el Libro del día y la Noche, y las letanías del Sol, así como el Libro de los muertos. Gracias a ésto, se ha podido penetrar en profundidad el mundo de sus creencias, sus ideas religiosas, organización social, ciencias y artes en general. No obstante, el mito, que en griego (mythos) significa relato, y después, en el lenguaje de los filósofos, toma un sentido más restringido: «relato fantástico, inventado o falso (por oposición al logos, discurso razonado)» viene a designar precisamente los relatos de origen religioso, en los cuales los pensadores habían dejado de creer. Los mitos, aun siendo oscuros desde el punto de vista racional, esconden verdades profundas bajo la apariencia de cuentos fantásticos (alegorías) o bien, contienen hechos históricos reales, deformados y adaptados a diversas necesidades espirituales o sociales, por la imaginación popular. Para algunos investigadores el mito es una transposición libre e imaginativa de las experiencias humanas, mientras que, para otros, representa una tentativa rudimentaria de explicación de los fenómenos naturales. Sin embargo, no debe olvidarse el carácter específicamente religioso del mito, con elementos frecuentemente didácticos, filosóficos y hasta explicativos, y que de alguna forma dan coherencia a la percepción del universo y del lugar del hombre en su ambiente. En este sentido, resulta que la cosmogonía egipcia es una colección de creencias antiguas relacionadas con la Creación y el origen del Universo. Considerándose que el Universo estaba originalmente lleno de un océano primario e inmóvil llamado Nu (caos), a partir del cual surgieron la tierra y el agua. Sobre el origen del dios Sol y otros dioses celestes existían un gran número de mitos, que describían el cielo como el océano por donde viajaban, en barcos, el Sol, la Luna y las estrellas. La aparición del Sol por las mañanas se explicaba por la existencia de un río subterráneo, por donde el Sol atravesaba de noche el bajo mundo. En la más famosa de las tres tradiciones cosmogónicas principales, la de Heliópolis, en el Bajo Egipto, Atum emergió de los desperdicios de Nu y descansó en la colina original. En el año 2300 a.C., Atum se relacionó con Ra, el dios Sol, como símbolo del advenimiento de la luz en oscuridad de Nu. Atum dio existencia a la primera pareja divina: Shu (el aire seco) y Tefnut (la humedad). Según se creía, Atum se separó después de Shu y Tefnut. Pero en su reencuentro, al llorar de alegría, sus lágrimas se transformaron en el hombre. Por otra parte, en el Alto Egipto (Hermópolis) emergen ocho deidades de Nu, las que crearon una flor de loto —que flotaba en las aguas de Nu— de la cual surgió el dios Sol, Ra. Así pues, la creación era el resultado de la voluntad del dios Sol, al nacer como un niño entre los pétalos de un loto. A este mito corresponde la ofrenda, en los templos, de un loto de oro que evoca el cotidiano regreso de la luz y una creación recomenzada. Pero ya en relación con nuestro tema, tenemos que los griegos llamaban Harpócrates al dios egipcio Hor-pa-hared. Es el Niño Heru que Aset debe esconder en los pantanos del Delta para protegerlo de la ira de Set. Se le representa con el gesto aniñado de llevarse el dedo a la boca, desnudo y con la cabeza rapada, excepto por una trenza que cae sobre su hombro derecho. Es el llamado “mechón infantil” que caracterizaba a los niños egipcios. Harpajered es una forma de Horus. Su nombre egipcio significa «Horus niño». Los griegos le llamaron Harpócrates, en griego antiguo Ἁρποκράτης. Los griegos lo adoptaron como el dios del silencio. También simboliza el sol del amanecer o del invierno, y la renovación constante. Por lo que su nombre egipcio es: Hor-pa-jard o Har-pa-jered. Y su nombre griego: Harpócrates. Un mito nos cuenta cómo Hor-pa-hared, en un descuido de su madre, fue picado por un escorpión. Aset consiguió curarlo mediante los efectos de su magia. Esta leyenda es la base de las conocidas estelas curativas de la cual la más popular fue la de Hor-pa-hared de pie sobre dos cocodrilos. En las manos sujeta toda clase de animales ponzoñosos como serpientes y escorpiones a los que domina sin esfuerzo alguno. Por encima de él, la cabeza del dios Bes pretende reforzar la eficacia de esta estela contra todo tipo de enfermedad y desgracias. Los sacerdotes, entre oraciones e invocaciones, hacían correr agua sobre las figuras y textos jeroglíficos de estas estelas que más tarde era ingerida como líquido medicinal contra la picadura de escorpión y de serpiente. Cuando el niño Hor-pa-hared crece, pasa a conocerse como Harsiase, Heru el Hijo de Aset. Por otra parte, Harpócrates (Horus el Niño) aparece en los Textos de las Pirámides, en el mito osiríaco, en el cual espera a su madre mientras ésta parte en busca de Osiris, que ha sido asesinado por Seth y arrojado al río. Harpócrates permanece en Buto, cerca de una de las bocas del Nilo, al cuidado de una divinidad local. Es el sol débil del amanecer, o el Sol invernal, desnudo y desprotegido. Pero como este Sol, se transforma en un Sol poderoso, y de débil niño se transforma en un Horus poderoso y vengador de la muerte de su padre Osiris, es el Horus guerrero, Hartomes, que vence a Seth. Según Plutarco, Harpócrates fue engendrado por Isis y Osiris, en relaciones póstumas, naciendo antes de tiempo como un niño débil de piernas.

Iconografía:
De Harpócrates, la iconografía es variada. Quedó figurado como un niño desnudo con un dedo de la mano derecha colocado en su boca. Su cabeza lleva la coleta distintiva de la pubertad y puede portar un disco solar adornado con plumas y también una cabeza del dios Bes, protector de la infancia. En numerosas estelas aparece de pie sobre dos cocodrilos, llevando en sus manos serpientes, escorpiones y otros animales dañinos, en recuerdo de su propio episodio personal. Estas estelas portan textos de tipo mágico y sobre ellas se hacía resbalar agua que luego era dada a beber a personas atacadas por animales venenosos. Harpócrates fue originario de Heliópolis, pero recibió culto en muchos lugares, como en el caso de Edfú, Coptos, Tebas, Mendes, Harmontis. Desde Egipto, gracias a los cultos isíacos, pasó a toda la cuenca mediterránea. Harpócrates era hijo de Isis y Osiris. Se le representaba como un joven desnudo con el cráneo afeitado salvo la coleta trenzada que cuelga a un lado propia de los príncipes egipcios y llevándose el dedo a la boca. Muchas veces aparece sentado sobre una flor de loto. Su aspecto más conocido es el de Horus sobre los cocodrilos, una forma tardía que representa al niño Horus de pie sobre dos cocodrilos mientras su madre busca a Osiris desaparecido. También, como un niño desnudo con el dedo de su mano derecha en la boca, portando corona real y ureus, y una coleta a un lado de su cabeza. Como símbolo del sol naciente, le representan como un niño saliendo de un loto, en la época grecorromana. En otras ocasiones se le puede encontrar sentado sobre las rodillas de su madre Isis que lo amamanta.
Algunos faraones se hicieron representar intentando asemejarse a las imágenes de Harpócrates. Tutankhamon, un joven que administró Egipto muy poco tiempo (1347-1338 a.C.), pero que es famoso porque su tumba es la única que se encontró intacta, con todos sus tesoros, se hizo representar saliendo de una flor de loto. Y Ramsés II (1289-1222 a. C.) fué plasmado como Harpajered al menos en dos ocasiones: en una estela del Museo del Louvre en la que aparece como un niño sentado llevándose el dedo a la boca, y en el Museo de El Cairo en una escultura de basalto que lo muestra con los mismos gestos protegido por un dios procedente de Israel llamado Hurun, muy similar al Horus egipcio por su forma de halcón. Cuando Isis fue transformada en la diosa Afrodita por los griegos, Harpócrates fue asimilado a Eros, que lo consideraron hijo de Serapis e Isis y le vieron como el dios del secreto y la discreción. También se le identificó con Harsomtus. El niño divino que se menciona en el Libro de los Muertos, es con cierta seguridad Harpócates, al que se solía representar desnudo, con el dedo en la boca, interpretado a veces como pidiendo silencio, y en otras como el sol invernal o del amanecer, débil, desnudo y desprotegido, esperando crecer y fortalecerse. Advierte en este caso Plutarco que: «No hay que imaginar que Harpócrates sea un dios imperfecto en estado de infancia ni grano que germina. Mejor le sienta considerarlo como aquel que rectifica y corrige las opiniones irreflexivas, imperfectas y parciales tan extendidas entre los hombres en lo que concierne a los dioses. Por eso, y como símbolo de discreción y silencio, aplica ese dios el dedo sobre sus labios» Y de ahí su atributo inconfundible, el Signum harpocraticum. De este modo, el signum harpocraticum es a la vez signo del silencio y también del secreto, del secreto que se debe guardar sobre el saber que nos es confiado y la sabiduría que no se debe revelar a quienes pueden hacer mal uso de ella, o a quienes no son capaces de guardarla con prudencia y discreción. Así, Harpócrates, «encarnaba el secreto que, se fortalece por el silencio pero se debilita y desvanece por la revelación». Por ello se emplazaba a la entrada de los templos, para recordar a los sacerdotes y aquellos que conocían los misterios de los dioses, la prudencia y el sigilo que debían observar para cumplir esa ley.

Culto:
Se desarrollaba en la ciudad de Coptos junto a Isis, en El-Mahamud aparece como hijo de Montu y Raettauy, en Edfu se muestra como hijo de Hathor y Harsomtus. Su culto se desarrolla en el Imperio Nuevo y los griegos le adoran en un templo al norte de Luxor. El Horus sobre los cocodrilos aparece en unos amuletos llamados cippus, del periodo tardío, que se hacen muy populares contra los animales peligrosos. También fue creído como un dios de la fecundidad, portando a veces, por ello, un cuenco en las manos y grano en la cabeza. Por otra parte, fue venerado bajo aspectos funerarios, figurándosele en la proa de la barca solar. Su personalidad, documentada desde el Imperio Antiguo, es altamente compleja, tanto en sus relaciones con otras divinidades como en la evolución de su contenido religioso. Las escuelas teológicas lo hicieron hijo de Osiris y de Isis (en algunos casos, como en Edfú, aparece Hathor como la madre). En otras localidades (Hermontis) fue hijo de un Horus autóctono y de la diosa Raettauy. En Coptos, sin embargo, fue creido hijo de Min y de Isis, formando tríada con ellos. En cambio, en Dendur lo hicieron hijo de Arensnufis y de Isis. Al ser figurado iconográficamente como un niño sobre un loto quedó asimilado a Harsiese y a Nefert.

Desarrollo:
En las leyendas: Harpócrates participa en el llamado Mito de Osiris, que manifiesta la rivalidad entre los hermanos Osiris y Seth. Osiris era el dios de las regiones fértiles del valle del Nilo, sobre las que había reinado desde el principio de los tiempos, cuando transmitió a los hombres los conocimientos sobre los que se fundamentaba la civilización. Seth, por el contrario, regía sobre las tierras yermas del desierto y las montañas. Corroído por la envidia, Seth decidió tramar represalias y venganza contra su hermano, convenciéndolo de que se introdujera en un sarcófago que le regalaba, y que a continuación lo cerró y arrojó al Nilo. Alertada por Neftis, Isis logró rescatar el ataúd, pero Seth se apoderó de nuevo del cadáver y lo descuartizó en 14 pedazos que esparció por todo Egipto. Isis logró recuperarlos para recomponer el cuerpo inerte de Osiris para concebir con él un hijo, Horus, que finalmente vengaría a su padre derrotando a Seth en la ciudad de Edfu. Otra leyenda cuenta que en un descuido de su madre, Isis, Harpajered Harpócrates, fue picado en el talón por un escorpión. La curación milagrosa se produjo cuando Ra envió a Thoth para enseñar un conjuro a la diosa Selkis que logró sanar a Harpócrates, dios del silencio. Se le representaba bajo la figura de un joven medio desnudo, con un cuerno en la mano y un dedo sobre la boca. Así se personificaba del mismo modo el silencio al cual presidia. No obstante, se le representó también como mujer, no entre los Egipcios, hay que precisarlo, en la llamada Muta ó Tácita entre los latinos, con la que se casó Mercurio y de quienes nacieron las horas. Sin embargo, hay algunos desacuerdos, es unánime el sentimiento de todos los autores respecto a Harpócrates, pues es considerado como el dios del silencio, y es verdad que en todos los monumentos donde está representado su actitud es de llevar el dedo a la boca, para señalar, dice Plutarco (en Isis y Osiris), que los hombres que conocieron a los dioses, en los templos en que Harpócrates estaba emplazado, no debían hablar temerariamente. Esta actitud le distingue de todos los otros dioses de Egipto, con los cuales tenía a menudo alguna relación por los símbolos que le acompañan. De ahí viene que muchos autores lo hayan relacionado con Horus (niño) y hayan dicho que era hijo de Isis y de Osiris. En todos los templos de Isis y de Serapis se veía otro ídolo llevando el dedo sobre la boca y este ídolo es sin duda aquel del que habla San Agustín ( La Ciudad de Dios, lib. 18, cap. 5).después de Varrón, que decía que había una ley en Egipto para prohibir bajo pena de muerte, el decir que estos dioses habían sido hombres. Este ídolo no podía ser otro que Harpócrates, que Ausonio llama Sigaleon. «Dios grande del silencio», lo llamó San Agustín y según Policiano, era venerado en Grecia con el nombre de Sigalión, donde compartía atributos con Hércules, Baco y Eros siendo ellos niños. Con este último, llegó a sincretizarse hasta el punto de conocerse con las dos denominaciones a un mismo dios. Sin bien, puede dar lugar a controversia, el que haya confusión entre el antiguo Horus con Harpócrates, es necesario precisar que eran el uno y el otro el símbolo del Sol y ciertamente algunas figuras de Harpócrates adornadas con rayos, o sentado sobre el loto, o que llevaban un arco y un manojo de flechas, han dado lugar a interpretaciones vagas o contradictorias. En este caso se debe decir que los egipcios tenían de la discreción del Sol otra idea diferente de la que tenían los griegos. Si Harpócrates era el dios del silencio y era al mismo tiempo el símbolo del Sol en los primeros, no podía ser el uno y el otro en los segundos, puesto que Apolo o el Sol, según los griegos, no pudo guardar el secreto sobre el adulterio de Marte y de Venus. Sin embargo tenían los unos y los otros la misma idea de Harpócrates y lo consideraban como el dios del secreto que se conservaba en el silencio y se desvanecía por la revelación. En consecuencia, Harpócrates no era integralmente el símbolo del Sol, pero los jeroglíficos que acompañan su figura si tenían una relación simbólica con el Sol, es decir, el Sol filosófico del que Horus era también el jeroglífico. Una buena cantidad de autores refieren que Harpócrates era hijo de Isis y de Osiris, porque así lo tenían entendido de los sacerdotes de Egipto, tomándolo en el sentido natural, en lugar de que los sacerdotes filósofos lo decían en un sentido alegórico. Puesto que todos los griegos y los latinos estaban convencidos de que estos sacerdotes mezclaban siempre el misterio en sus palabras, sus gestos, sus acciones, sus historias y sus figuras, y que las consideraban todas como símbolos, es sorprendente que se hayan tomado literalmente tantas cosas que han aportado los egipcios. El secreto de que Harpócrates era el dios, era en realidad, el secreto que en general se debe de guardar sobre todo lo que sea confiado. Pero los atributos de Harpócrates señalan el objeto del secreto, en particular del que trataban los sacerdotes de Egipto. Isis, Osiris, Horus y lo que representaban simbólicamente, era el objeto de este secreto. Ellos fueron el origen, facilitaron el objeto y el sujeto, lo hicieron surgir, y él sacó de esta forma su existencia de ellos, y en consecuencia Harpócrates se concibió como hijo de Isis y de Osiris.
Ya ha sido señalado por el ilustre señor Cuper en su tratado sobre Harpócrates, que se debe considerar a este dios como una misma persona en Horus, así como casi todos los antiguos los distinguieron. Aunque Horus en sí mismo no ha pasado por ser el dios del silencio. Y hasta ahora no se le ha visto en ningún monumento representado de la misma manera y con los mismos símbolos. Tal vez exista cierto parecido entre el uno y el otro, y se encuentren bajo la figura de un niño, sin embargo, podrían ser diferentes, pues Horus está casi siempre envuelto en pañales o sobre las rodillas de Isis que lo amamanta, al contrario que Harpócrates que a menudo es un joven o también un hombre ya hecho. No obstante esto, se considera que su origen se remonta al antiguo Egipto, siendo allí una de las personificaciones del dios Horus infante. Cuentan los historiadores que en la entrada de los templos de la antigua Roma se encontraba la estatua de un joven con el dedo puesto sobre sus labios como pidiendo silencio o prudencia al hablar. En este último sentido, el gato aullando, el perro, la serpiente, no fueron por lo general símbolos dados a Horus, y todo lo que pudieran tener en común son los rayos que se han puesto a la altura de la cabeza de Harpócrates y el cuerno de la abundancia, tal como se ve en muchos lugares en la antigüedad. Pero se ha de señalar que a Harpócrates no se le ha encontrado representado con la cabeza resplandeciente sin que tenga junto a él algún otro símbolo. La serpiente, el gato y el perro son símbolos que convienen perfectamente al dios del secreto y no igualmente a Horus, tomado por el Sol. El gato aullando era el pájaro de Minerva, diosa de la sabiduría; la serpiente fue siempre un símbolo de prudencia y el perro un símbolo de fidelidad.
Los otros símbolos dados a Harpócrates significarían el objeto mismo del secreto que recomienda poniendo el dedo sobre la boca, es decir, el oro o el sol hermético, aunque por la flor de loto sobre la cual se le encuentra algunas veces sentado o que lleva sobre la cabeza , además de los rayos que lo envuelven serían en fin aquello relacionado con el cuerno de la abundancia que sostiene, un resultado de la gran obra o elixir filosófico, es decir, el verdadero cuerno de Amaltea, siendo la fuente de riquezas y de salud. Si bien, no se sabe dónde, cuándo y por qué fue olvidándose y finalmente postergado Harpócrates, resulta curiosa la ausencia de un dios tan necesario, tanto en esos tiempos, como en toda época, y particularmente en el presente; el dios del silencio, pero no tan solo del silencio que mitiga el griterío y las vanas discusiones, sino del silencio productivo y racional, el del secreto, aquel que nace de la moderación, la sensatez y la prudencia. Desgraciadamente su simbolismo y sentido figurado desaparecieron con el tiempo, quizá absorbida por alguna otra deidad que anuló su atributo más notable, el signo harpocrático, que es parte del comportamiento común cuando se pide guardar silencio o callarse respetuosamente. Ya decía Víctor de Vigny: «Cuando ves lo que somos y lo que representa la vida, sólo el silencio es grande, todo lo demás es debilidad», y el político romano Catón: «La primera virtud es la de frenar la lengua; y es casi un dios quien teniendo razón sabe callarse».

Conclusión:
Aquí, no se ha pretendido agotar el tema, si bien se han apreciado notables consistencias, tanto entre historiadores como entre intérpretes de la mitología griega tardía, como entre la desarrollada en la Alejandría Ptolemáica, donde Harpócrates es el dios del silencio. Resulta así, que Harpócrates fue adaptado por los griegos del dios – niño egipcio Horus. Y para los egipcios antiguos, Horus representaba el Sol recién nacido, levantándose cada día al amanecer. Cuando los griegos conquistaron Egipto bajo Alejandro Magno, transformaron al Horus egipcio en su dios helenístico conocido como Harpócrates, una interpretación de Har-pa-khered egipcio o Heru-pa-khered (en el sentido de «Horus el Niño»). Por lo que fue dios del antiguo Egipto y su nombre egipcio fue el de Horpakhered, pero griegos y romanos lo conocieron como Harpócrates. Su nombre equivale a “Horus el Niño”. Su contenido teológico estuvo conectado con el sol del amanecer, haciéndosele salir del loto primigenio. Y es en su contenido simbólico-filosófico un punto de especial valor para analizarse, y reflexionar tanto a nivel individual como colectivo.

Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez (*)

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Bibliografía ►
Las poesías.com (marzo 19, 2015). HARPÓCRATES: El silencio sagrado., por . Recuperado de https://laspoesias.com/harpocrates-el-silencio-sagrado/

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