¿De dónde vienes ángel pretérito? ¿Del incienso de mis sueños?
¿De la insomne claridad del alba?
Cuando agotado el cáliz
y cuando en el silencio de los campos desolados humean aun las fogatas
de todas las batallas perdidas y libradas
un pequeño pájaro se posa en la rama más liviana y desde el solsticio de unas arcadias
la tenue brisa aparece rescatando
de la penumbra olvidados sonidos esmeraldas.
Asomas desde el temor de las madrigueras con viejas caricias por la tierra cobijadas
raíces de grama tan ligeras que tu sonrisa
las gobierna tal el fuego se aprovisiona de llamas.
¡Ángel imposible, desde qué turbia pasión apareces y reclamas!
¡Desde qué vacío, duda, esperanza, te sublevas en mi frugal cuerpo
de cicatrices herméticamente no cerradas, Ay, frenético ángel de las entrañas!
¿De mi soledad tan raída y ajada como bruñida y dorada?
¿De la espera tensada como un arco
en ésta, la más solemne de las madrugadas?
Ángel suave de la zozobra y la calma, soy el devoto
de tus alas como fortalezas y de tus palabras inacabadas.
Ángel.
(de el libro de poemas «Amapolas en las roderas y cigüeñas en los campanarios«, David Pérez Pol)
La sonrisa marcha y extraña
Nunca suelta la canción
El coche mira y excava
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