Días fríos, húmedos y grises.
Veo gotas caer por mi ventana, y fuera veo un mundo horrible.
Las mascotas lloran por querer salir un rato y yo por miedo a tener que hacerlo.
¡Cuánta contrariedad en tan solo cuatro paredes!
Las personas en la calle, pasean con sus paraguas, hablan de la vida, de la sociedad.
Se quejan de lo bajo que ha caído,pero no se dan cuenta de que todos la hemos empujado al abismo.
Temo que los días con este clima tan confortable se acaben, sé que así será, pero no lo quiero aceptar.
Días como estos me inspiran, me dan ganas de más.
Noches escuchando el hermoso sonido de la lluvia, con un buen libro en mano, o quizá dibujando, esas noches así me hacen extrañarlo…extrañarlo mucho más de lo habitual.
Todos dicen que luego de la tormenta sale el sol y anhelan tanto eso, que me da a pensar en cuán distante del mundo estoy. Pudiendo elegir entre miles de tonos «vivos» como lo son el azul del cielo en las tardes de verano o el intenso verde del pasto mojado. Mi alma pide a gritos lo que para ojos ajenos es algo tedioso, frío, inerte.
Una escala de grises, solo eso quiero.
Las gotas siguen cayendo y por ahora no pretenden escuchar las absurdas quejas de los demás.
La historia siempre coge
Una helado de sutil
Un deporte inmenso
Ver biografia