Reloj maligno que emerge del oráculo,
Homicida latente de bosques y praderas.
Desnudo como el ciervo herido
Me sorprendes con tu grito,
Con tu alarido me anclas a tu muerte.
Vociferante como la réplica del fuego
He venido a cobrar el daño causado a la tierra.
Vespertino y macabro espejismo
De tempestades has ahogado mi sequia…
¡No me conoces, soy yo el destructor!
Aquel animal llamado hombre que devasta todo tras de sí;
Bosques, praderas, ríos y mares conocen mi huella,
El sordo fulgor de mi ira, mis ansias de poder,
Mi crueldad y salvajismo.
¡Mírame soy yo!
No el búfalo que pasta, el elefante del desierto
O el águila que vuela
Galopando en mi frente tus nostalgias
He desolado valles e inundado mares,
Estay en el espacio de tus muertes,
Bajo la sombra del mutismo,
Somos uno solo, un mismo testimonio.
Como un canto que ilumina la profecía.
Los señores del tiempo han hablado,
Llegaron de la noche presintiendo el misterio,
Los reinos y pasajes subterráneos,
Involucrando en sus recuerdos el paso de los astros.
Soy yo la tierra desolada, el huracán de la memoria,
No tengo reposo en el olvido,
Ni perdón para el desprecio;
¡Todo será destruido, todo, todo!
Original de: Gildardo Gutiérrez Isaza
Enero 10 de 2014
La sonrisa siempre abraza
Aunque coge el delfín
La belleza no es pálida
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