En la vasta historia de la humanidad, pocos alimentos han recorrido un camino tan largo y significativo como el garbanzo. Desde las antiguas civilizaciones hasta las mesas contemporáneas, los garbanzos han sido una fuente de sustento, nutrición y sabor. Este humilde grano ha inspirado recetas, culturas y paladares, ganándose un lugar especial en nuestras cocinas y corazones. Aquí, en forma de oda, celebramos al noble garbanzo.
Poema
Oh, garbanzo, grano humilde y noble, que en campos dorados creces sin desdén, tu presencia, un regalo inconmensurable, alimento ancestral, constante y fiel.
Desde tiempos remotos, en Mesopotamia, tus raíces hallaron un suelo fértil, y en cocinas de Egipto y de Persia, forjaste historias en cada plato vertido.
Tu forma redonda, suave y pequeña, esconde un poder nutricional, proteína, fibra, y más en tu seno, convierten tu simplicidad en algo vital.
En el caldero burbujeante de las abuelas, te cocinas con amor y paciencia, dando vida a potajes y cocidos, que reconfortan el alma y sacian el hambre.
Tus sabores se mezclan en el hummus, donde el sésamo y el limón te acompañan, o en el falafel, crujiente y dorado, donde eres el rey de cada bocado.
Versátil y generoso, en ensaladas brillas, entre verdes, granos y especias mil, y en la sopa, caliente y reconfortante, eres el abrazo en días de abril.
Tu legado, garbanzo, no tiene frontera, cruzas océanos y tiempos sin cesar, en cada cultura, en cada era, dejas tu huella, inigualable, sin par.
Oh, garbanzo, brindemos por ti, por tu esencia humilde y tu grandeza, en cada plato que a nuestra mesa llega, celebramos tu historia y tu nobleza.
Que nunca faltes en nuestro hogar, pequeño gigante de la alimentación, tu sencillez es arte culinario, y tu presencia, pura celebración.
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