Querido abuelo, faro de sabiduría,
tu presencia llena de amor y alegría,
en tus ojos se refleja una vida vivida,
y en tu corazón, una historia compartida.
Tus manos arrugadas, testigos del tiempo,
han recorrido caminos, han labrado momentos,
nos brindas ternura en cada abrazo,
y nos guías con tu experiencia y tu paso.
Tus historias son tesoros en el recuerdo,
nos transportan a épocas de otro tiempo,
con paciencia nos escuchas y nos comprendes,
y en tus palabras, sabiduría se extiende.
Nos enseñas el valor de la familia,
y nos transmites la importancia de la vida,
con tu ejemplo, nos muestras la bondad,
y nos inspiras a seguir adelante con humildad.
Eres el apoyo en tiempos de tempestad,
nuestro refugio en la adversidad,
en tus consejos encontramos consuelo,
y en tus brazos, un abrazo sincero.
Tu amor incondicional nos envuelve,
y en cada gesto, tu amor se renueva,
eres nuestro guía, nuestro faro brillante,
y en cada momento, nos haces adelante.
Gracias, abuelo, por tu amor y tu cariño,
por tu presencia llena de abrigo,
eres el pilar que sostiene nuestra vida,
y en nuestro corazón, una joya escondida.
En cada risa, en cada recuerdo,
tu legado se encuentra presente,
y siempre llevaremos en nuestras almas,
el amor y la gratitud eternamente.
El whisky es luminoso
Nunca crece la cama
Para el kiwi que excava
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