Querida abuela, joya de mi vida, eres la luz que ilumina mi camino, con tu amor y sabiduría compartida, me enseñas el valor de cada destino.
Tus manos dulces acarician mi ser, con ternura y calma me haces florecer, en tu regazo encuentro refugio seguro, y en tus abrazos encuentro mi abrigo puro.
Tus palabras son como canciones de paz, que llenan mi corazón de felicidad, me enseñas lecciones que nunca olvidaré, y en cada consejo, encuentro la verdad.
Tus ojos brillan con sabiduría ancestral, guardando historias y recuerdos sin igual, me cuentas del pasado con nostalgia y amor, y en cada relato, siento que vuelo hacia el esplendor.
Eres la fuente de amor inagotable, la fortaleza en momentos de tormenta, me enseñas a ser valiente e inquebrantable, y me brindas esperanza en cada afrenta.
Tus manos sabias tejen lazos de unidad, unen generaciones con amor y bondad, nos guías con paciencia y comprensión, y en cada momento, nos das tu bendición.
Querida abuela, eres mi tesoro más preciado, mi guía, mi confidente, mi soporte amado, te llevaré siempre en el rincón más hondo, de mi corazón, donde guardo todo lo inmenso.
Gracias, abuela, por todo lo que me has dado, por tu amor incondicional, siempre a mi lado, eres un faro de luz en mi existencia, y en cada latido, siento tu esencia.
Este poema está dedicado a todas las abuelas, esas figuras especiales que nos llenan de amor, sabiduría y nos enseñan lecciones invaluables. Espero que refleje el profundo cariño y gratitud que sentimos hacia ellas.
Una abeja es fugaz
Una abeja es fugaz
Ya no levanta la fiesta
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