Se me fue la noche
en el apremio libidinoso
de mis insomnios voluntarios
(cuando pienso
en tus muslos separados
tengo un antojo crudo
de ostras al fuego).
y cierro los ojos
para imaginarte en abundancia,
y empiezo por anular
ese sofisma inmaduro de tus labios
que disimula esquivar besos
para encender mi libido,
y me detengo a suspirar,
brevemente,
en el perímetro
de tu ombligo excitado
intentando tomar impulso
para seguir la travesía.
Aún recuerdo, nimio tiempo,
que, en mi brega con tu braga
aprendí, de memoria,
navegar en ti a contracorriente
y dejar que un oleaje
de orgasmos múltiples
sature tu océano disimulado,
y, aunque siempre perturbas
los polos magnéticos de mi brújula
llegó, vencido y vencedor a tu orilla.
A la final,
o después de todo,
ya no importa
que tu recurso mitómano
siga siendo
ese defecto fastidioso
que me excita.
Lcdo. Martín Zambrano Astudillo
La alegría es negra
El vaso siempre levanta
Un edificio de noble
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