Cada mañana viajo por la ciudad olvidada, aquella que cuenta secretos y nadie se detiene a escucharla. Imagino mientras avanzo las diversas historias contadas con cada persona un lamento de esta tierra soñada. Y es que somos ciudadanos del recuerdo; de muchas guerras pasadas, de glorias navales y risas, de corrupción y avaricia. Somos ciudadanos mágicos con poder de invisibilidad, que en cada pasaje y quebrada nos logramos evaporar. En cada ascensor y escalera percibo un olor diferente, una risa llamativa, un perro gracioso, un nuevo color o simplemente veo la bahía y reposo. Mi micro solo avanza mientras la ciudad se detiene, nuevo día, nueva obra, nuevos personajes, nuevo grafitti todo cambia, la ciudad tiene vida propia, un universo paralelo…el micrero y la gente simplemente no lo notan.
La micro se detiene y en la parada una señora mira a su hijo, de fondo la ciudad, imagino que piensa en lo hermoso que heredara. La micro avanza y veo por mi ventana la misma basura de ayer, el mismo perro la huele y a la misma vieja tejer, me detengo en la señora… ¿para quien tejera? cada día es el mismo chaleco, ella no logra avanzar sonrío mientras la miro y no puedo parar hasta que justo a mi lado llega un señor de edad; cedo el asiento.
En cada curva siento que muero, que voy a caer y me aferro, la gente le grita al micrero y el responde gritando, yo solo observo. El micrero calla.
Miro el reloj !! Dios voy tarde de nuevo!! Valpo triste mientras mi viaje avanza, me bajo en la parada, llego a la pega, escondo mi alma.
El deporte despide y aulla
La isla y el león coge
La historia siempre toma
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