Dicen por ahí que la magia no existe…
Juan un joven de 21 años de edad ya cumplidos, desde muy niño, fue atraído por los magos que salían en la tele o bien que hacían espectáculos en los circos.
Cuando veía un truco de magia se quedaba muy silencioso para poder apreciarlos, le encantaban esas cosas, se reunía al día siguiente con sus amiguitos, y él era el Mago que hacia sus actuaciones. Pero lastimosamente nunca le salía nada y era burla para los niñitos. Muy frustrante para él.
Pasaron los años y Juancito paso hacer un joven apuesto, inteligente, muy educado y amistoso, en otras palabras bien parecido; añadiendo, algo excéntrico, pues jamás se desvió de su sueño de ser un gran Mago. Dificultad para él, pues lo atribuían de iluso y fantasioso, pero el los ignoraba.
– Estas gentes de mi colegio que no creen, yo que se sí existe – siempre susurraba cuando se reían de él o cuando hacia sus trucos que resultaba un fiasco.
Algunos le decían:
– ¡Juan!, tú no eres un mago, ¡eres un bufón!… ja, ja, ja.
– Juan, deja eso y pisa tierra, me estas avergonzando.
– Ya comenzamos, ¡vean todos que será un buen chiste!
Si las palabras fuesen balas que lastimarían a cualquiera, este chico sería el hombre de acero pues nada le entraba, hasta que un día después de unas largas vacaciones, dieron comienzo las clases y justamente el primer día fue una sorpresa para él, tuvieron una compañera nueva, hermosa, de ojos grises, cabello negro largo, estructura delgada y muy sexy, todos se quedaron embobados por ella, pero para Juan fue más que eso ya que nunca se había enamorado.
Sus ojos brillaron, el tiempo se detuvo, todo giraba solo alrededor de ellos, los envolvían sinfonías de Dioses que jamás nadie pudo deleitarse con ellos, el aire se volvía pesado y su corazón palpitaba a mil por hora. Juan se había enamorado a primera vista, ya no pensaba más en ser un sorprendente Mago, sino solo en como podía conquistar a esa hermosa ninfa, que solo bastaba una sola mirada hacia ella para que el cielo y la tierra estremeciese el mundo que nada más importase, que solo un ligero roce de aliento y una sutil caricia de labios entre labios.
Así como fracasaba con sus trucos de magia también no podía conseguir lo que anhelaba, ya que todos; por más que él era el más atractivo entre sus compañeros ya le dieron fama de bufón, eso impedía que la dama se fijase en él.
Ya se decidió, no tuvo opción y opto por madurar y cambiar.
Pasaron así tres meses de intensivo cambio, ya se había vuelto otra persona, un cambio radical, que empezaba a tener fama entre las mujeres y después de un largo e incansable intento, consiguió una oportunidad con su único amor.
Fue la mejor proeza, – tanto que creía en magia y no hay más magia que esto – decía.
Se había vuelto muy ciego por Esther, que esta le manejaba a su antojo, todos le decían que no valía la pena seguir con ella pero él, muy torpe y caprichoso los ignoraba, como siempre. Esther era mala, le engañaba mucho a Juan, le trataba mal que incluso le hizo desviar de todos sus sueños, le metió en los vicios, drogas y hasta robo. Nadie esperaba eso, ya que una carita angelical no daba más que bondad, era como el lado oscuro de la luna. Todos se daban cuenta menos Juan que el enamorado amigo, ahora ya no era una persona sino un objeto de esta mujer.
Pasaron los tiempos, ya era un año y el con ella, esta se embarazo de otro tipo y no le dijo la verdad, cosa que acarreo más problemas para nuestro amigo
Huyeron sin rumbo entre maldiciones, llantos y golpes, tenía que trabajar, tenia que mantener, tenia que sacrificarse por su ceguedad, que cada vez más se volvía un infierno.
Juan era un joven de 21 años cumplidos, no le salían bien las cosas, ni trabajo podía conseguir por consiguiente afanaba las cosas de los otros para subsistir y mantener a su mujer. En una noche haciendo lo habitual, sustrajo una fortuna que le causo felicidad, proyectando que ya cambiaria todo esto por algo mejor, cuando regresaba a su casa, por las oscuras calles de un pasillo silencioso y oscuro, se topo con un niñito de cabellos rubios, sucio con toda la ropa rasgada, descalzo y con una tos que no le paraba.
Para sorpresa de Juan el niño estaba llorando y sintió lastima por él, se le acerco y le pregunto:
– ¿Qué te pasa niño que lloras tanto, si quieres te compro algo para comer?
Temeroso y jadeando respondió:
– Me gustaría comer algo, pero eso puede esperar, llevo tres días sin comer y no me importa, yo solo quiero ir al circo que está aquí a la vuelta, entre y me pegaron muy mal los guardias – le mostró los moretones que tenia por el brazo y la espalda.
– Duelen mucho que ya me quitaron el hambre – prosiguió
Entonces Juan se arrodillo y lo cogio en brazos dándole un tierno abrazo.
– ¡No temas amiguito que yo te llevo al circo y te doy algo de comer! –
Al levantarse y en brazos, lo llevo, siguiendo con la conversación.
– A ver niñito, dime tu nombre.
– Juan, ¿y el tuyo? – con lo ojos brillando por que cumpliría su sueño.
– ¿Juan?; ¡vaya que coincidencia!, también me llamo Juan – riéndose y desparramándole su cabello.
– ¿Qué hay en el circo que te gusta tanto? – vuelve a preguntarle y el niño ansioso responde:
– Los trucos de magia, ¡yo seré un gran Mago! ¿sabes?; yo sé que existe la magia, nadie me cree, pero yo se que sí, también no me salen todavía los trucos pero igual algún día sacare pétalos de rosas de entre mis dedos.
Paró nuestro amigo y bajó al Juancito, recordando su infancia ya muerta por el. Totalmente helado y sorprendido con los ojos fijos en el niño que siguió diciendo:
– Jamás dejare que muera, porque creo en él y seré un gran Mago algún día, ¡anda vamos Juan que ya esta en frente cruzando la calle! – y disparado como una bala sale corriendo, que comenzaron los gritos.
– ¡JUANCITO TEN CUIDADO!
– ¡NO TE PREOCUPES NADA ME VA A PASAR!
– ¡JUANCITO!… ¡EL COLECTIVO! – desesperado lo llamó pero ya era tarde, corriendo hacia él y mirándolo tristemente volando por los aires y de una forma violenta tras caer al suelo, de una apariencia muy extraña, el cuerpo se hacia trasmutado en pétalos de rosas, que se esparcían por la brisa como si nada hubiera pasado.
Confundido por lo que había visto quedó en estado katatónico, culminando su trayecto entrando al circo, era algo sorprendente, jamás había pasado por esta experiencia, que recreaba y recreaba la situación caminando en círculos pareciendo un loco sin rumbo y muy alterado. Echo unas cuantas lagrimas que nadie pudo notar, era una señal decía y repetía incansablemente hasta que entró a ver los trucos de un Mago. Que volvieron sus sentimientos de niño, con la misma mirada de antes. Se había olvidado, que como una batalla campal entre mundos tras mundos luchando todos entre si, creando explosiones, gritos de guerra y deseos de esperanzas, volvió a renacer aquel niño que creía en la Magia y se puso a pensar al salir del lugar:
[Como pude ser tan estúpido y no creer más, me destruí, cambie mi vida para nada y ahora sin futuro, tengo que robar para conseguir que comer y alimentar a mi mujer, que vergüenza y ahora estoy viendo la realidad, ¡como pude ser tan tonto, tan ciego!] Sus ojos brillaron más que antes y siguió caminando hacia donde estaba su amor, una larga caminata de reflexión y mucha culpa.
[Esto es un reflejo de mi pasado, como pude haber matado mi sueño, olvide que la magia no es solo ilusión sino que siempre fui un gran mago por soñar con fe y deje de lado por algo que me lastima cada segundo, ahora que veo, más claramente, cambiare de nuevo y arreglaré todo, que pondré en su lugar esta mala decisión, que una pobre criatura sufrirá las consecuencias si sigo así de torpe y ciego]
Decidió volver a su hogar con su familia, retomar sus estudios y hacer magia de una forma más sencilla que es en creen en si mismo.
Al entrar a su casa su mujer lo reprocho mucho por llegar tarde, la ignoro, la agarró, la besó en la frente y le paso el dinero que había conseguido esa noche. No comento nada de lo que sucedió y rápidamente se fue a su dormitorio, pasaron las horas y él no podía dormir, el niño seguía en su cabeza. En eso escucha la voz de la criatura que venia de a lo lejos, estaba en la calle, parado enfrente a su casa.
Juan sin despertar a su mujer, se levanta y salé junto a él.
– ¿Eres real? – pregunta y este le responde:
– Más real de lo que te puedes imaginar, ahora te mostrare como hacer esto – extendió su brazo y hacía aparecer rosas por doquier, muy sorprendente, en un segundo toda la casa estaba cubierta de rosas rojas, con el olor inconfundible y único.
Juan aprendió muy bien que hizo que volasen los pétalos alrededor de ellos, intensificando cada vez más y cubriendo todo su cuerpo, hasta que el no pudo ver nada y solo pudo escuchar una voz a lo lejos que le llamaba y el niño decía:
– Muy bien Juan.
La voz se hacia más fuerte e intensa.
– ¡Juan, Juuuuaaaan, Juuuaaaan!, despierta, mira a nuestra compañera nueva, es muy linda.
Se había quedado dormido sobre su pupitre, todos se reían de él y entre su ensueño miro a la joven sorprendido susurró:
– Esther ¿verdad? – dibujándose una sonrisa en el rostro de Juan.
Fin
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