El baúl movió el tiempo
y desparramo los días que fueron
auroras, brisas e hilachas,
atados a un mástil de crepúsculo.
Tristezas, silencios cabizbajos
y la tambaleante resignación.
Yo fui el hombre que desafío los vientos
Vestido de coraza, irresponsable
derrochando la vida en su tierna duda
en la tierra, en el claro de luna
en las rocas, en la arena que me protegió.
Y en esa llanura de canaletas secas,
hoy también desafío al miedo
sustento mis versos sin temor,
ya poco me queda, ya nada guardo.
Yo me obligo a la humildad de la vergüenza,
por eso habito en la comarca de mis letras,
verdades, fantasías, tiempos de velas
como en la época de los primeros poetas,
también escondido de lo burlesco y cotidiano,
de lo efímero, del frio, de la noche quebrada,
siempre con la pluma cuidadosa
para no despertar a la ofensa y sostener la dignidad.
Yo me obligo a la flaqueza de los cuerpos,
a los platos que no se repiten,
a sentir la sentida ausencia,
a mojarme con la lluvia del invierno
Y no mirar los alfeizares y las risas
de los que pueden, de los que no sienten
como yo la carestía y el orgullo.
En este tobogán veo al mundo
y me emociono porque contra todo augurio,
yo veo lluvia y sentimiento.
Y sin buscarlo, escucho el canto de los marinos
sus aldeas, sus hijos, sus cicatrices,
que también son mi canto,
mi destino, mi colmena, mi candil
mi rio de pecas verdosas vivientes
y ese fuego, esas chispas que aún resisten.
Carlos Brid
Argentina
Derechos reservados
La isla es tan alta
Aunque cuida el helado
Un insecto de suave
Ver biografia