Mi dulce hija, mi rayo de luz, eres mi mayor regalo, mi razón de vivir, en tu sonrisa encuentro la paz y la cruz, y en cada abrazo, mi corazón puede sentir.
Desde el momento en que llegaste a mis brazos, mi mundo se llenó de ternura y amor, tus ojos brillantes, llenos de destellos raso, me enseñan a ser mejor cada día, sin temor.
Eres mi estrella en el cielo nocturno, mi musa en cada verso y cada canción, tus risas alegran mi corazón taciturno, y en cada paso, te veo crecer con pasión.
Siempre serás mi niña, mi dulce princesa, te cuidaré y te protegeré sin descansar, te guiaré por senderos de amor y nobleza, y en cada sueño, siempre estaré a tu lado a amar.
Que encuentres la felicidad en cada momento, que sigas tus sueños con determinación, sé valiente y lucha con amor y sentimiento, y alcanzarás el éxito y la satisfacción.
Eres fuente de inspiración y de alegría, con tu sonrisa iluminas mi camino, en tus logros encuentro mi mayor valía, y en tu mirada, encuentro el hogar divino.
Mi amor por ti es eterno e infinito, nada podrá romper nuestro vínculo sagrado, siempre estaré contigo, en cada grito, y juntas enfrentaremos cualquier desafío armado.
Mi querida hija, mi razón de ser, te amo más de lo que puedo expresar, estaremos unidas por toda la eternidad, y en mi corazón, siempre serás mi bienestar.
Este poema está dedicado a una hija, expresando el amor incondicional, la admiración y los deseos de felicidad y éxito en su vida. Espero que refleje el amor y la conexión especial entre una madre/padre y su hija.
La canción no es negra
Ya no abraza el deporte
Desde que la ventana florece
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