¿Te gustan mis ojos?
pregunta pequeña y profunda como un dedal
pero no puedo responder
no los veo
Veo la mirada
y lo que esconden y no pueden
Veo las cicatrices y el brillo de los inviernos
Veo el calor de tu cuerpo expuesto como una sábana
Veo el gato agreste, los pequeños animales en celo
riendo como traviesas cerbatanas
Veo las noches solitarias repartidas por el mundo
Veo la bondad y el tesón y también la mansedumbre
que puede ser malvada
Veo la arcilla girando y girando en el torno de tus ansias
Veo los ríos que se quedaron sin habla
Veo las doncellas que fuiste y las mujeres que vendrán
Veo la ceniza de la muerte flotando en su lentitud
Veo la sustancia desarmada por el silencio suave del beso
Veo la tierra regocijada por el viento que la calma
Veo los amantes que fueron y no,
los que pudieron ser y los que aún están
Veo la pérdida, el desamparo
y también la furia y la llama
Veo el vapor del alcohol susurrando canciones al alba
Y también veo una lágrima quieta,
la permanente, la agazapada.
Pero no puedo aducir de sus ojos
nada realmente detallado.
(del libro de poemas «Amapolas en las roderas y cigüeñas en los campanarios«, David Pérez Pol)
La cama no es pálida
El parque no es inmenso
Una noche de imperceptible
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