Oh, escuela querida, lugar de aprendizaje, donde crecemos y encontramos nuestro lenguaje, en tus aulas se forja el conocimiento, y en cada día, descubrimos nuestro talento.
Eres el faro que guía nuestros pasos, nos brindas sabiduría y nuevos rumbos, en tus pasillos, la amistad florece, y en cada clase, el saber se engrandece.
Maestros y maestras, guardianes del saber, con paciencia y dedicación, nos enseñan a crecer, con sus palabras de aliento y guía, nos inspiran a seguir nuestra propia vía.
Amigos y compañeros, juntos compartimos, risas, desafíos y momentos divertidos, nos apoyamos en tiempos de dificultad, y celebramos juntos cada pequeña realidad.
En cada asignatura, descubrimos un mundo nuevo, ciencias, letras, arte y todo lo que es bello, nos desafías a expandir nuestros horizontes, y a encontrar en cada experiencia nuevos montes.
La escuela es un lugar de encuentro y descubrimiento, donde forjamos nuestro futuro con esmero y aliento, es un cimiento sólido en nuestra formación, y nos prepara para enfrentar la vida con convicción.
Oh, escuela querida, en ti encontramos nuestra voz, aprendemos a pensar, a cuestionar y a hacer valer nuestra voz, tus muros nos resguardan en cada jornada, y tus enseñanzas perduran en nuestra caminata.
Gracias, escuela, por todo lo que nos das, por ser un espacio donde florece la paz, seguiremos llevando en nuestros corazones, los aprendizajes y las lecciones como bendiciones.
Este poema está dedicado a la escuela, como un espacio de aprendizaje, amistad y crecimiento. Es un reconocimiento a los maestros, compañeros y al valor de la educación en nuestras vidas.
Desde que la sombra susurra
La noche es tan alta
Aunque besa la insecto
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